¡Sufro Por Tu Amor!

Soy el Doctor Bonomi, y el caso que voy a contarles es tan común, que muchas de las mujeres que lo escuchen, seguramente se sentirán identificadas con el mismo.

Susana comenzó la consulta diciendo: “le vengo a ver porque soy realmente desdichada, siempre hago algo que hace que los hombres se alejen de mi. Al principio todo anda fantásticamente bien, pero a medida que me van conociendo la relación se estropea y al final termina”

“Quiero saber qué es lo que tengo que hacer para poder cambiar y finalmente conseguir a alguien que me ame y quiera quedarse conmigo”

“En realidad son tantas las veces que los hombres me han hecho sufrir que al mismo tiempo quiero y temo involucrarme con una nueva pareja”

A mi primer novio Raúl lo conocí por medio de unos amigos y apenas nos conocimos hicimos buenas migas pues había tanto para charlar. Bueno en realidad creo que la que más habló fui yo, pero era muy bueno estar con alguien que tenía deseos de escucharme y estar conmigo.

La semana siguiente vino a visitarme a mi departamento y yo le sugerí que se quedara para pasar la noche conmigo, lo cual él aceptó.

Fue fantástico tener un hombre a quien cocinarle, lavarle la ropa y poder cuidar. Realmente nos llevamos muy bien.

Luego él tuvo que volver a trabajar a la ciudad en la cual vivía, así que yo calculé cuanto tiempo le podía llevar el viaje, y lo llamé apenas llegó lo cual le produjo mucha sorpresa, y debo decir que sentí que también algo de fastidio, así que me disculpé por haberlo molestado, al mismo tiempo que comencé a darme cuenta de lo profundos que eran mis sentimientos por él, y que él no me amaba con la misma intensidad.

En realidad él aceptaba que yo lo ame, pero no quería que lo moleste y me decía que si lo acosaba me iba a dejar. Por supuesto que esto me daba mucho miedo, y yo buscaba constantemente la forma de que estuviera contento conmigo.

Yo sentía que él no era capaz de involucrarse con una profunda emoción, y yo estaba dispuesta a hacer lo que fuera necesario para ayudarle a corregir ese problema, porque él evidentemente me necesitaba.

Raúl bebía bastante, pero en realidad creo que lo hacía porque se aburría conmigo ya que yo no le interesaba lo suficiente. Así que yo estaba todo el tiempo buscando cuál era la razón por la cual no me quería, y siempre pensaba ¿qué tengo que hacer para que él me quiera más?

Esta historia será continuada en mi próximo artículo, pero con lo que les he contado hasta ahora es suficiente como para sacar las primeras conclusiones.

CONCLUSIONES:

En realidad la conducta y los sentimientos de Susana eran los que típicamente se encuentran en la mujeres para las cuales estar enamoradas es un sinónimo de sufrir.

Esta clase de personas generalmente provienen de un hogar disfuncional, en el cual uno o ambos miembros de la pareja se muestran incapaces para demostrar su afecto, por limitaciones en su personalidad, o por motivos que se deben buscar en los abuelos o bisabuelos. Pero ya sea que los motivos surjan de los padres, los abuelos o los bisabuelos, siempre estamos hablando de herencias transgeneracionales.

En estos casos, el niño que ha sido criado con poco afecto, luego de grande busca conseguir afecto DANDO afecto (y generalmente eligen a parejas que son insensibles al afecto y dedicación que reciben, y que la mayoría de las veces se encuentran transgeneracionalmente relacionadas con sus propios ancestros.

El terror a perder la pareja es tan grande en estos casos, que casi ninguna cosa es demasiado costosa si sienten que de esa forma pueden ayudar al hombre que aman, tienen que serles útiles en todas las formas posibles, y perdonarles todos los defectos que surjan, con tal de que ese hombre aprenda a amarles de la forma que esperan.

Y esta obsesión por lograr la retribución adecuada de parejas inadecuadas es tan grande, que cuando se encuentran con un pretendiente amable y cariñoso que se interesa por ellas, estas mujeres sienten que esos hombres son aburridos, aunque en realidad son quienes pueden ayudarlas a librarse de su pesada herencia transgeneracional.

Con mis mejores deseos
Dr. Roberto A. Bonomi

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